
Los colores azul y grana empapan la glorieta del Ángel de la Independencia. Las banderas, con el escudo atlantista bordado, provocan un viento de esperanza en los corazones de los miles de aficionados que exclaman, a todo pulmón: “¡El Atlante va a volver!”.
La alta temperatura en el centro de la capital del país no es rival para detener los cantos dedicados al ‘equipo del pueblo’. La administración de la delegación Cuauhtémoc se ve obligada a pedir refuerzos de elementos de seguridad, al ver la sorpresiva cantidad de personas que llegan al punto de reunión. Según reportes, están ahí reunidos alrededor de cinco mil seguidores.
“Estamos muy motivados. Es nuestro momento de regresar a la Primera División, pero, sobre todo, de regresar a la Ciudad de México”, dice Daniel Acosta, seguidor azulgrana. “La directiva tiene que voltear a vernos el día de hoy para darse cuenta que nosotros somos de aquí, no de ningún otro lugar”.
Las vibraciones causadas por los saltos constantes en las escaleras de la rotonda impulsan más a los fanáticos de expresar el amor hacia los Potros de Hierro. Las playeras de los jugadores más emblemáticos del club roban las miradas. El legendario número 9 del máximo romperredes azulgrana, Evanivaldo Castro ‘Cabinho’, destaca entre los mayores de edad. El suéter azul cielo del arquero argentino Federico Vilar resalta entre la masa de gente en tonos grana. El cariño al delantero chileno, Sebastián González ‘Chamagol’, no queda en el olvido. Florece.
“¡Chiquitibum a la bim-bom-ba. Chiquitibum a la bim-bom-ba. A la bio, a la bao, a la bim-bom-ba. Atlante, Atlante, ra-ra-ra!”, gritan niños, mujeres, padres y abuelos. No faltan las lágrimas entre los presentes. Nostalgia y futbol…
A las tres de la tarde, cuando las gargantas empiezan a gastarse, los dirigentes de la porra hacen valer el permiso de la delegación para caminar sobre la avenida Paseo de la Reforma, rumbo al camellón Durango, en la colonia Condesa.
El paso firme y el canto “¡Potros! ¡Potros!”, por parte de los azulgranas, obliga a los vecinos y curiosos a asomarse por las ventanas o salir a la calle para descubrir lo que sucede. “¿A qué obedece el caos? ¿Son los del Atlante? ¿Qué ganaron?”, preguntan contrariados.
Al llegar al cruce de Valladolid y Durango —donde la autoridad autoriza el homenaje—, el comentarista Arturo ‘Rudo’ Rivera devela la placa conmemorativa. “Es un orgullo poder ser atlantista”, dice conmovido. “Somos diferentes, somos del pueblo y este equipo es nuestro”.
Jorge Faguagua se autoproclama el seguidor más longevo del club. “Tengo 84 años, tengo mala la columna vertebral, pero estoy aquí porque amo al Atlante”, afirma el señor. “Yo estuve presente en el primer campeonato de mis Potros, en la temporada 1946-1947. No me permito perderme un juego”.
Faguagua manifiesta que el equipo tiene sangre y corazón. Lo único malo son los directivos. “Tendrán que hacer algo por los atlantistas… Deben saber que somos un equipo de ciudad y no de playa”, reclama.
Las porras azulgranas lo dejan, una vez más, en claro… “¡Les guste o no les guste, les cuadre o no les cuadre… El Atlante es… de la Ciudad de México”.
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